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Sri Aurobindo y la evoluciĆ³n humana

Kiara Windrider
24 de agosto de 2014

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Como implica el artĆ­culo sobre inversiĆ³n magnĆ©tica y saltos evolutivos, las superondas galĆ”cticas podrĆ­an ser el motor de los ciclos evolutivos. Cada pulso galĆ”ctico tiene tanto un aspecto fĆ­sico como un aspecto espiritual. Aunque no podemos controlar los eventos a nivel fĆ­sico, ciertamente podemos co-crear realidades alternativas a medida que nos conectamos con la conciencia de este pulso galĆ”ctico.

 

El astrofĆ­sico Paul LaViolette nos dice que una gran superonda galĆ”ctica puede estar en camino. Hay efectos fĆ­sicos del latido del corazĆ³n galĆ”ctico, enfocados a travĆ©s del fenĆ³meno de la superonda galĆ”ctica. TambiĆ©n hay aspectos espirituales de este latido del corazĆ³n galĆ”ctico, que me gustarĆ­a considerar ahora, comenzando con el trabajo de uno de los mĆ”s grandes visionarios del siglo pasado, Sri Aurobindo.

 

Cerca del comienzo del siglo XX, el gran luchador por la libertad de la India y sabio yogui, Sri Aurobindo, comenzĆ³ a expresar una verdad que no se habĆ­a expresado antes. En sus elevados estados de uniĆ³n divina vio que habĆ­a llegado el momento de una nueva etapa en la evoluciĆ³n de la humanidad. Vio que lo divino iba a manifestarse aquĆ­ mismo en la Tierra y que el momento para este surgimiento divino en la vida de la Tierra era ahora. HablĆ³ del cielo descendiendo a la Tierra, incluso cuando la Tierra experimentĆ³ un colapso debido a la resistencia intrĆ­nseca mantenida dentro de su cuerpo material hacia este descenso.

 

A Sri Aurobindo se le uniĆ³ en Pondicherry, India, una mĆ­stica francesa, Mirra Alfassa, quien mĆ”s tarde serĆ­a conocida como la Madre, o Le Mere. Juntos se embarcaron en un viaje de intensa transformaciĆ³n celular y colectiva que es muy relevante para las colosales incertidumbres que enfrentamos hoy.

Sri Aurobindo vio que la fuerza divina impregna toda la materia y que, por lo tanto, toda la materia tiene una fuerza de conciencia. El proceso del espĆ­ritu divino que desciende a la materia se llama involuciĆ³n. El proceso por el cual lo divino asciende hacia arriba desde la materia se llama evoluciĆ³n.

 

SegĆŗn Sri Aurobindo, la humanidad ha llegado a una etapa en la que estos dos eventos ocurren simultĆ”neamente. PreviĆ³ que pronto experimentarĆ­amos un descenso de lo que Ć©l llamĆ³ conciencia supramental que cambiarĆ­a por completo todo en la Tierra. El tĆ©rmino supramental se refiere a un estado unificado del ser desde un nivel de conciencia que aĆŗn no se ha experimentado en la Tierra.

 

ĀæSe relaciona este descenso supramental con los efectos evolutivos de la prĆ³xima superonda galĆ”ctica entrante?

 

ā€œLa grandeza del hombre no estĆ” en lo que esā€, dijo Sri Aurobindo, ā€œsino en lo que hace posible. Un alma inmortal estĆ” en algĆŗn lugar dentro de Ć©l, aunque rara vez estĆ© activa en la mayorĆ­a de las personas, mientras que un espĆ­ritu eterno lo ensombrece, incluso si el descenso estĆ” obstruido por la tapa dura de su personalidad construida. Hay un gran plan divino en marcha, aunque la evidencia de los sentidos externos parezca contradecirlo.ā€1

 

Nuestra evoluciĆ³n estĆ” lejos de ser completa. Como dice Sri Aurobindo, ā€œEl hombre es un ser en transiciĆ³n; Ć©l no es definitivo. El paso del hombre al superhombre es el logro mĆ”s importante de la evoluciĆ³n de la Tierra. Es inevitable porque es a la vez la intenciĆ³n del espĆ­ritu interior y la lĆ³gica del proceso de la Naturaleza.ā€2

 

La evoluciĆ³n dio un gran salto con los orĆ­genes de la Vida, y mĆ”s tarde con el surgimiento de la Mente. SegĆŗn Sri Aurobindo, ahora estamos en el umbral de otro salto, aĆŗn mĆ”s trascendental, mientras nos preparamos para el surgimiento de la Supermente. Habla de cuatro etapas en la evoluciĆ³n humana.

 

El primero de ellos, brevemente, es el animal humano, que incluye a la mayor parte de la humanidad hoy en dĆ­a: seres racionales que poseen un alma individualizada, pero que en gran medida tienen obstruidos el contacto y la fusiĆ³n con ella. Nuestros comportamientos provienen principalmente de nuestros instintos. La supervivencia biolĆ³gica, junto con la propagaciĆ³n de la especie, es el objetivo principal.

 

El siguiente es el humano humano, una especie que nace espontĆ”neamente bajo la influencia de un campo supramental en constante expansiĆ³n, un ser que comienza a fusionarse y vivir desde la conciencia del alma en lugar de la conciencia de la mente. Cualquiera que busque un significado mĆ”s profundo y una totalidad probablemente se encuentre en esta etapa de evoluciĆ³n.

 

La tercera etapa es la humana divina, una etapa hacia la que nos estamos moviendo colectivamente en este tiempo de transformaciĆ³n global. TodavĆ­a habitaremos un cuerpo fĆ­sico material, pero estaremos en posesiĆ³n de la Mente de la Luz, que es la conciencia supramental que acaba de comenzar a fusionarse con la conciencia celular.

 

Finalmente viene el humano supramental, nuestro objetivo final como especie: la divinidad encarnada completamente dentro de los reinos de la materia. La unidad de la materia y el espĆ­ritu debe realizarse plenamente en la Tierra. El cuerpo de luz de dimensiones superiores se fusionarĆ­a con el cuerpo fĆ­sico, y el cuerpo mismo se elevarĆ­a en frecuencia a lo que Sri Aurobindo denominĆ³ materia verdadera.

Esta sustancia fƭsica sutil, esta materia verdadera, es al mismo tiempo mucho mƔs concreta que el mundo fƭsico, mƔs real, mƔs completa y mucho mƔs poderosa que el mundo fƭsico con el que estamos familiarizados. Existe independientemente de la materia fƭsica, pero impregna toda la materia.

 

Dentro del campo de la verdadera materia, escribiĆ³ la Madre en sus diarios, la Fuerza Supramental ā€œpodrĆ­a expresar progresivamente unidad en la diversidad en lugar de divisiĆ³n y limitaciĆ³n, verdad en lugar de falsedad, libertad en lugar de tiranĆ­a, buena voluntad en lugar de celos, amor en lugar de del odio, y de la inmortalidad en lugar de la muerte.ā€3

 

TrascenderĆ­amos las limitaciones de tiempo, espacio y materia, encarnando todas las vastas posibilidades de nuestras almas. ViajarĆ­amos instantĆ”neamente tanto en el espacio como en el tiempo. CambiarĆ­amos de forma a travĆ©s de formas y dimensiones como elijamos. ExpresarĆ­amos el amor, la sabidurĆ­a y el poder del Creador en los cuerpos de la CreaciĆ³n.

 

El gran trabajo de Sri Aurobindo y la Madre fue traer la conciencia supramental a la conciencia celular de sus propios cuerpos. La Madre afirma que los reinos supramentales se unificaron por primera vez en su cuerpo celular el 29 de febrero de 1956. El SueƱo que ya estƔ presente en los mundos Supramentales fue sembrado en la conciencia material en ese momento.

 

Dado que toda la materia estĆ” conectada vibratoriamente, esto significĆ³ que la conciencia supramental fue traĆ­da simultĆ”neamente a los campos morfogenĆ©ticos de la Tierra, esperando el momento en que florecerĆ­a en plena manifestaciĆ³n en el campo colectivo de la materia.

 

Desde la perspectiva de la ciencia, un efecto de una superonda galĆ”ctica entrante serĆ­a el bombardeo de nuestro sistema solar con polvo cĆ³smico cuando el escudo magnĆ©tico protector alrededor de nuestro sistema solar se rompa debido a la electrocarga de partĆ­culas cĆ³smicas y de rayos gamma. Como consecuencia, el Sol eventualmente sufrirĆ­a un cambio radical en su frecuencia armĆ³nica base, que instantĆ”neamente se extenderĆ­a hacia afuera, lo que resultarĆ­a en un aumento en la frecuencia armĆ³nica base de toda la materia dentro de nuestro Sistema Solar. ĀæPodrĆ­a ser que la verdadera materia a la que se refiere Sri Aurobindo estĆ© relacionada de alguna manera con este salto cuĆ”ntico en la frecuencia de la materia, acelerando nuestros cuerpos para que seamos mĆ”s receptivos a las frecuencias de nuestras almas?

 

En su poema Ć©pico, Savitri, Sri Aurobindo apunta hacia lo que estĆ” por venir:
 

Unos pocos verĆ”n lo que ninguno aĆŗn entiende

Dios crecerĆ” mientras los sabios hablan y duermen

Porque el hombre no sabrĆ” la venida hasta su hora

Y la creencia no serƔ hasta que el trabajo estƩ hecho.

El mundo se prepara para un gran cambio

Y la responsabilidad de lograr esto recae en nosotros.

Nos guste o no:

Las fronteras de la ignorancia retrocederƔn,

MƔs y mƔs almas entrarƔn en la luz. . .

La naturaleza vivirĆ” para manifestar los secretos de Dios,

El espĆ­ritu asumirĆ” el juego humano,

Y la vida terrenal se convierte en la vida divina.

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